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HISTORIA

16 AÑOS DE LECTURAS PSICOANALÍTICAS: ITINERARIO DE UNA PREGUNTA POR LO QUE ES LEER PSICOANÁLISIS HOY

Por

Ana Victoria Saldarriaga,

AP, Miembro de la AMP y de la NEL-Medellín

 

Responsable de la actividad ante la NEL-Medellín

 

 

Nota preliminar:

 

Retrospectivamente, creo que “Lecturas fundamentales de psicoanálisis: desde Lacan hacia Freud y desde Freud hacia Lacan” es el resultado de una experiencia de lectura que ha pasado por tres momentos lógicos. Consigno aquí esta historia lógica y cronológica por si algún lector curioso quisiera conocer la manera como sus cinco principios de lectura fueron tomando consistencia y dando lugar a esta iniciativa en el espíritu de una psicoanalista que se ha preguntado desde niña por lo que significa leer y que ha actualizado esta cuestión en la de lo que significa leer psicoanálisis hoy.

 

1.- El instante de ver: Del psicoanálisis de oídas a la lectura directa

 

Como ocurre en general, cuando supe del psicoanálisis fue de oídas. En mi adolescencia, mi hermano me contó la historia de un lapsus de la Psicopatología de la vida cotidiana; años después, quien sería mi esposo, me habló del maestro de bachillerato que le había hablado de Freud; y, finalmente, en el primer semestre en la Universidad de Antioquia (1980) una profesora, Marina Quintero, me cautivó con las historias publicadas en Estudios sobre la histeria, en las cuales este señor curaba la locura por medio de las palabras.

 

Aficionada a la literatura desde muy niña y acostumbrada a leer directamente las obras y no sus recapitulaciones y comentarios, pronto dejé los resúmenes universitarios para ir directamente la lectura de Freud. Poco después, invitada por una amiga, tuve la fortuna de asistir a un grupo de lecturas coordinado por Jaime Burgos, Héctor Gallo y Mario Elkin Ramírez, donde aprendí que leer psicoanálisis no era lo mismo que leer un texto para el colegio o la universidad. Esa lectura no admitía resúmenes; se trataba más bien de un movimiento distinto de análisis y síntesis, nuevo para mí en ese entonces.  Con el pasar de los años, yo misma llegué a transmitir en ese grupo, sábado a sábado, y para nuevos integrantes, algo de mis lecturas freudianas.

 

2.- El tiempo para comprender: De Freud a Lacan

 

En esa época, Lacan era para mí alguien de quien se decía que decía lo mismo que Freud, entonces, sobre ese principio, no lo incluía en mis lecturas. ¿Para qué, me decía yo, si ya todo estaba dicho? Ante esa reflexión, mi primer analista, Juan Fernando Pérez, me dio un argumento que me hizo prestar atención a ese nuevo nombre en el psicoanálisis: “el inconsciente cambia con el tiempo”. ¿Cómo así? Me pregunté. Si ello era cierto, ¿de qué cambio se trataba?

 

Más adelante, cuando se fundó la NEL-Medellín e hice parte de ella como asociada, empecé a saber de Lacan, también de oídas, en múltiples conferencias y seminarios. En general, se decía que, como él escribía tan complicado, era mejor pasar por un intermediario, Jacques-Alain Miller, que trasmitía el psicoanálisis lacaniano con claridad. Yo lo creí, pero necesitaba ir directamente a la fuente y leer entre varios y en voz alta, pues mi propia experiencia como docente de español y literatura me había enseñado que, leyendo en silencio y en solitario, a veces se pasaban por alto algunas cosas o se malentendían otras que se iban pasando entre la gente como verdades probadas. Así que, sobre la base de la experiencia sabatina de las lecturas freudianas, y con la pregunta sobre lo que significaba leer en psicoanálisis después de Freud y Lacan, en mayo del 2005 propuse en la sede un espacio los sábados de 8 a 10 de la mañana para leer en voz alta y entre varios, que nombré “Lecturas psicoanalíticas, hoy”. Empezamos entonces con Los seis paradigmas del goce de Miller.

 

La lectura del primer paradigma, “la imaginarización del goce”, nos remitió a dos textos de Lacan que no conocíamos: “La agresividad en psicoanálisis” (1948) y “El estadío del espejo como formador de la función del yo (Je)” (1949). Así que fuimos leyéndolos también del mismo modo, lo que nos permitió ir descubriendo a Lacan y familiarizarnos con su escritura y su manera de leer los textos freudianos. Al cabo de un tiempo, pudimos avanzar hacia el segundo paradigma, “la significantización del goce”. Pero las cosas en este punto cobraron otro tinte, pues el texto de Miller nos remitía muy especialmente a ciertos apartados del Seminario 5 de Lacan, Las formaciones del inconsciente (1957-58), y suponía que el lector manejaba, como ya él lo hacía, conceptos como el “Otro”, por ejemplo. Nosotros no los manejábamos. Y aunque la gente decía que para estudiar psicoanálisis no era necesaria una cronología, que uno podría empezar por donde quisiera, una advertencia que encontré en el Seminario 3, Las psicosis (1955-56), por esa época, proponía todo lo contrario: “A través de este repaso, ustedes deben haber reconocido ya los tres órdenes con los cuales insisto cuánto son ellos necesarios para comprender lo que sea de la experiencia analítica – a saber, lo simbólico, lo imaginario y lo real” (Paidós, pág. 18).

 

Ni yo, ni mis compañeros de lectura podíamos identificarlos en los fragmentos que leíamos en su quinto seminario, según las remisiones del texto de Miller. Así que, sobre esa base y con la convicción de que entonces en Lacan sí había una progresión y una didáctica muy especiales, propuse en el grupo que suspendiéramos la lectura de los 6 paradigmas y comenzáramos por el principio, con la lectura del Seminario 1 de Lacan, Los escritos técnicos de Freud (1953-54). Fue una experiencia exigente, pero posible, que nos remitía a los textos freudianos de una manera rigurosa y excepcional. Descubrimos al Lacan lector de Freud. Y yo descubrí otra manera de leer Freud, diferente a esa de oídas que circula frecuentemente en ámbitos psicoanalíticos y universitarios. Leer Freud desde Lacan era otra cosa.

 

En algunos fragmentos difíciles, yo me preguntaba si se trataba de lo que Lacan decía realmente o si había algún problema de traducción. Así, poco a poco fue resurgiendo en mí un antiguo deseo de juventud, el de ir a estudiar psicoanálisis en Francia, en el departamento de psicoanálisis que él había fundado en la Universidad París 8. Ciertas circunstancias favorables y un nuevo deseo que lo reforzaba, el de leer a Lacan en su propia lengua para verificar esos fragmentos problemáticos, permitieron la realización de ese deseo. Así que con las bases adquiridas durante los 4 años de lectura del primer seminario (12 de agosto del 2006 hasta fines del 2010), viajé a Francia y estudié psicoanálisis en Paris 8, tal como lo había querido.

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